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Saludo de Navidad

Saludo de Navidad Mogo era un hombre bueno. Tenía una familia, procuraba ayudar al prójimo y era honesto en sus negocios, Sin embargo, no podía admitir que las personas fuesen tan ingenuas como para creer que un Dios había bajado a la Tierra solo para consolar a los hombres. Siendo una persona de principios, no tenía miedo de decir a todos que la Navidad, además de ser más triste que alegre, también estaba basada en una historia irreal: un Dios transformándose en hombre.
Como siempre, en la víspera de la celebración del nacimiento de Cristo, su esposa y sus hijos se prepararon para ir a la Iglesia. Y, como siempre, Mogo decidió dejarlos ir solos, diciendo:
- Sería hipócrita de mi parte acompañaros. Estaré aquí esperando vuestro regreso.
Cuando la familia salió, Mogo se sentó en su silla preferida, encendió el hogar y empezó a leer los diarios de aquel día. Sin embargo, pronto fue distraído por un ruido en su ventana, seguido de otro, y otro.
Pensando que alguien estaría jugando con bolas de nieve, Mogo se puso el abrigo y salió, con la intención de dar un susto al intruso.
En cuanto abrió la puerta, notó una bandada de pájaros que habían perdido su rumbo por causa de la tempestad, y ahora temblaban en la nieve. Como habían notado la casa caliente, habían procurado entrar, pero al chocar contra el vidrio se habían hecho daño en las alas, y solo podrían volar de nuevo cuando estuvieran curadas.
"No puedo dejar a esas criaturas allí afuera" pensó Mogo "¿Cómo podría ayudarlas?"
Fué hasta la puerta de su garaje, las abrió y encendió la luz. Los pájaros, no obstante, no se movieron,
"Tienen miedo" pensó Mogo.
Volvió a entrar en la casa, cogió algunas migas de pan e hizo un caminito hasta el garaje calentado. Pero la estrategia no dió resultado.
Mogo abrió los brazos, intentó conducirlos con gestos cariñosos, empujó delicadamente a algunos de ellos, pero los pájaros se pusieron más nerviosos aún, y comenzaron a debatirse, andando desorientados por la nieve y gastando inútilmente la poca fuerza que aún les quedaba.
Mogo ya no sabía qué hacer.
- Debéis estar viéndome como una criatura aterradora - dijo en voz alta ¿Será posible que no entendáis que podéis confiar en mí?
Desesperado, gritó:
-¡Si yo tuviera ahora la oportunidad de transformarme en pájaro, sólo por algunos minutos, veríais que estoy realmente queriendo salvaros!
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